Tendencias

EL PUENTE ENTRE LO INDIVIDUALISTA Y LO COLECTIVO

Hace ya varios meses que analizamos en profundidad el DIY y su representación tanto conceptual/abstracta como tangible.

Existen varias formas de hacer corpórea esta tendencia, incluso muchas marcas se inspiran en esta práctica creando un patrón o tejido intervenido que simule un DIY personal imperfecto, aunque no lo sea.

Hay dos formas de representar esta estética: desde la producción en masa que simula una personalización con terminaciones desprolijas pero controladas, o desde la propia intervención manual ya sea realizada por el propio usuario que usa esta prenda como por quien la crea como diseñador independiente artesanal.

Una de estas formas que toma el DIY es el patchwork.

El patchwork representa a cada individualidad distinguida dentro de una comunidad, y cómo el vinculo y oposición entre ellas permite la construcción de algo más grande y significativo en su imperfección impredecible. 

Nuevamente nos sumergimos en la puja de la década que nos enfrenta ante tomar una posición y decisión sobre los extremos de la individualidad y lo comunitario.

En este caso, el patchwork se vincula con el patrón repetitivo tan significativo de los años setentas. Un patrón que permite identificar las individualidades que componen a la totalidad de manera controlada y previsible. 

No obstante, el patchwork difiere de esa ilusión de control mediante la repetición infinita.

Esta imposibilidad de predecir la composición del patchwork nos acerca a la falta de control sobre el futuro. Esta imperfección no solo deviene en lo impredecible sino en la nueva significación estética que se representa mediante lo amorfo y sin un patrón. 

Nos atrae este desafío de la falta de control, este abismo de no saber qué es lo que vendrá, y jugamos constantemente con ese límite de lanzarnos o no a ese vacío.

Lo amorfo, orgánico e imperfecto, también representa lo impredecible, sistémico y cíclico de la naturaleza que admiramos. Por eso, el patchwork también responde a lo sustentable desde varias aristas.

Por un lado, lo sustentable en la re-utilización, en la intervención personalizada, en el diseño de autor como obra de arte única e inigualable. Aunque también el patchwork representa la moda circular desde lo conceptual más allá de lo práctico y la técnica.

Como parte de un cambio de era y su correspondiente concientización sobre nuestros hábitos de consumo, el entendimiento y percepción que tenemos sobre el ecosistema en el que estamos inmers@s también está mutando.

 

En esta nueva década nos vamos amigando con esa idea de que somos parte de un sistema que nos excede, en donde cumplimos una función específica para lo que los ciclos naturales conciernen. Así, nos hacemos conscientes y responsables de nuestro accionar como consumidores y cómo aquello repercute en el medio ambiente del cual somos parte.

Incluso, al ser parte funcional del mismo sistema, comprendemos que nuestro accionar no sólo tiene consecuencias en la naturaleza que nos rodea, sino también en nuestros cuerpos y los de tod@s aquell@s que nos acompañan en este ciclo del cual formamos parte.

El patchwork es la representación gráfica sublime que necesitamos para comprender que cada individualidad tiene su esencia pero responde y corresponde a un sistema colectivo que le excede.

Nota por María Blardone. Comunicadora de moda y asesora de imagen, especializada en análisis y predicción de tendencias

Related Posts

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *