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LA TRANSFORMACIÓN, LO FINITO Y LO PERFORMÁTICO EN UNA SOLA TENDENCIA

El mundo de la belleza comienza a interferir cada vez más en la industria de moda.

La industria que fomenta el cuidado del cuerpo, de la piel e impulsa el bienestar tanto superficial como interno, está creciendo de forma exponencial hace ya varios años… llegando a igualar e incluso sobrepasar aquella influencia masiva que tuvo la industria de la moda durante mucho tiempo.

El problema radica en que todo lo que esta industria de belleza capitalista fomenta, responde a ciertos estereotipos que corroboran cómo la masividad no ha cambiado de parecer en relación a la concepción de ‘lo feo’ o ‘lo bello’.

De todas formas, los nichos son cada vez más variados y tienen mayor influencia, gracias a la globalización y la digitalización.

Como punto de partida para definir a esta tendencia que tiene más que ver con belleza que con moda, la necesidad de probar cosas nuevas y distintas nos atraviesa desde todos los frentes. 

Integramos el juego en la experimentación en el pelo y la piel. Comprendemos cómo nuestros cuerpos también son espacios libres para jugar con colores y formas, dejando atrás ciertas reglas y tabúes limitantes. 

Nos animamos a romper con los límites corpóreos que existen en la indumentaria a la hora de vestirnos, y por esto mismo tendemos a transformar nuestro propio cuerpo, ya sea de forma permanente o esporádica.

En esta nueva década, el cuerpo es considerado templo. Un altar al que cuidar y venerar pero también decorar, entendiendo lo pasajero y finito de nuestra materialidad.

Partiendo de este nuevo entendimiento sobre el cuerpo, habrá dos grupos opuestos complementarios que jugarán con sus propios cuerpos de formas diferentes.

El primero tenderá a la experimentación corporal mediante la ‘mutilación’ y la decoración más asociada a lo primitivo, donde la deformación del propio cuerpo tal y como lo conocemos es un acto de expresión creativa.

El segundo grupo preferirá optar por una experimentación pasajera, en donde el riesgo sea menor ante un acto impulsivo de decorar cierta parte de nuestros cuerpos.

Dentro de las variantes del segundo grupo, el juego con nuestro pelo es una de las formas más fáciles que nos permite animarnos a experimentar sin correr mucho riesgo.

Lo temporal de un cambio de look nos incita a lo lúdico, en donde comprendemos que lo valioso está en la experiencia y en la diversión, por más de que nuestra imagen y nuestro cuerpo esté depositado en este cambio radical pero finito.

La pérdida del miedo a ser juzgado por ser diferente o destacar se expandirá en el 2022. Cada vez más personas se darán el lujo de jugar con su cuerpo alejándose de ese miedo ancestral: el miedo a poner el cuerpo para hacer que un mensaje llegue y se comunique de manera más contundente.

Por último, el color se instaura en la sociedad argentina no sólo desde la vestimenta.

Crece la tendencia de decolorarnos y teñirnos el pelo de colores, así como un nuevo comienzo a través de los rapados y cortes de pelo bien cortos que simbolizan un renacer de nuestra identidad, tanto individual como comunitaria.

Nota por María Blardone. Comunicadora de moda y asesora de imagen, especializada en análisis y predicción de tendencias

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